A fin de reunir apoyo para la Guerra del Golfo en 1991, los líderes del gobierno de los EE.UU. presentaron una serie de fundamentos escalofriantes: la invasión iraquí de Kuwait fue una sorpresa completa; las tropas iraquíes se encontraban amenazadoramente posicionadas en la frontera de Arabia Saudita; los militares iraquíes sacaron de las incubadoras a los bebes kuwaitíes.

Desde entonces, hemos aprendido que la invasión iraquí tuvo de todo pero que la misma le había sido anunciada al embajador de EE.UU. en Irak; que las fotografías de las tropas iraquíes en la frontera saudita fueron adulteradas; y que la historia de la incubadora fue una mentira. Como la pesada broma del Golfo de Tonkin en Vietnam, la Guerra del Golfo descansó sobre el engaño.

A pesar de las razones esgrimidas para la guerra, los EE.UU. no liberaron a Kuwait—reinstalaron a su dictador. No expulsamos a Saddam. Y el Oriente Medio difícilmente sea un lugar más seguro desde entonces.

Muchos de los funcionarios de aquella administración Bush, trabajan en la actualidad en esta administración Bush, y presentan ahora un sinnúmero de razones por las cuales deberíamos invadir Irak, expulsar a Saddam, liberar a los iraquíes, y hacer a los Estados Unidos y al mundo más seguros ante la amenaza terrorista que Irak presuntamente representa.

Colin Powell reveló una fotografía al Consejo de Seguridad de la ONU, supuestamente de un "fábrica terrorista de venenos y explosivos." También acusó a Irak de evadir a los inspectores de la ONU trasladando los laboratorios de armas biológicas móviles antes de que los inspectores arribasen.

La supuesta fabrica de veneno—ubicada en el territorio iraquí controlado por los kurdos, aliados de los Estados Unidos—resultó ser un estudio de televisión.

Los pretendidos laboratorios de armas móviles, eran camiones para la prueba de alimentos, según Hans Blix, el jefe de los inspectores. Blix ha dicho también que no existe prueba alguna de que Irak posea armas de destrucción masiva, y que "el reportado movimiento de municiones en el lugar, bien podría haber sido fácilmente una actividad rutinaria." Mientras que Bush basa sus motivos para atacar a Irak en el desacato de Hussein para con las Naciones Unidas, parecería coherente que lo escuchase.

La administración cita informes de inteligencia para inferir una inminente amenaza por parte de Irak. Pero las fuentes de la CIA según se afirma, acusan a Bush de malinterpretar la evidencia. El pasado mes de julio, la CIA informó que Irak no había demostrado tener conexión alguna con los ataques del 11 de septiembre, y que no planteaba ninguna amenaza en el "futuro próximo," y que atacar Irak realmente incrementaría los riesgos de terrorismo contra los Estados Unidos—una evaluación que la agencia no ha abandonado pese a sus otros cambiantes pareceres.

De acuerdo—pero ¿qué ocurre si Irak posee armas de destrucción masiva (ADM)?

Si los EE.UU. invaden Irak, Hussein—quién ahora se refrena de desplegar ADM ante el temor de un justo castigo—no tendrá nada que perder. Podría entregar alguna de las armas que posea a los grupos terroristas, o emplearlas contra Israel, Egipto, o aún introducirlas furtivamente dentro de los Estados Unidos.

Derribar al régimen de Hussein, podría o no traer estabilidad a Irak—pero se corre el riesgo de empujar a millones en el Oriente Medio hacia la franja radical, aventando las llamas del odio contra los Estados Unidos y de ese modo incitando más terrorismo.

¿Pero no tiene Irak conexiones con los terroristas islámicos?

Esta aserción se basa en la insistencia de Powell de que Irak cobijó al terrorista de al Qaeda, Abu Musab Zarqawi. Pero desde entonces, el director de la CIA George Tenet mantiene que no existe evidencia alguna de que Hussein tenga alguna "dirección operacional o control" sobre Zarqawi o al Qaeda. Bin Laden impulsó, según se informa, la solidaridad con el pueblo iraquí frente a un inminente ataque de los EE.UU.—pero en la misma declaración, convocó también a los Iraquíes a expulsar al secular Saddam Hussein.

¿Pero podremos al menos, en palabras de Bush, “llevar al pueblo iraquí alimentos y medicinas y provisiones—y libertad”?

Los EE.UU. lo intentaron llevando alimentos a Somalia y las tropas estadounidenses fueron masacradas. Intentaron llevar estabilidad a Yugoslavia, y el lugar se encuentra aún acribillado con la hostilidad étnica. Intentaron liberar a Afganistán pero dejaron a su paso un régimen todavía abrumado por los líderes militares, y al lucha continúa hasta hoy. Algunos informes indican que al Qaeda se encuentra operando allí otra vez.

Mientras tanto, no hemos atrapado aún a bin Laden, y Corea del Norte está desafiando abiertamente a la ONU y a los EE.UU. con su arsenal nuclear.

Entonces, ¿por qué invadir Irak?

El gobierno de EE.UU. dijo tácitamente después del 11 de septiembre, que utilizaría la desinformación para llevar adelante la Guerra contra el Terror. Si eso es cierto, tenemos pocos motivos para ahora creer en las razones invocadas.

Finalmente, los Estados Unidos pueden bien invadir a Irak y expulsar a Saddam. El pueblo iraquí—aquel que sobreviva a la guerra de todas formas innecesaria—podría ser incluso liberado en cierta medida. Y la finalización de las sanciones contra Irak, que los Estados Unidos podrían implementar conjuntamente con su guerra, traerá probablemente los alimentos y las medicinas necesarias al pueblo iraquí—lo que implica que el hecho de levantar las sanciones precise de la guerra.

Sin embargo, parece improbable, que la región vaya a ser estabilizada, o que los Estados Unidos vayan a encontrarse en absoluto un poco más seguros contra el terrorismo. Probablemente estarán mucho menos seguros.

Traducido por Gabriel Gasave


Anthony Gregory fue Investigador Asociado en el Independent Institute y es el autor de American Surveillance.