En su campaña durante las elecciones primarias en el estado de Iowa, el candidato Michael Dukakis sugirió que los granjeros estadounidenses deberían contemplar la producción de productos alternativos tales como la endivia belga. Desde entonces, esta propuesta de que los granjeros experimenten con nuevos tipos de productos agrícolas ha provocado sonrisas, pero la misma plantea un par de cuestiones interesantes. ¿Cuál es el potencial para la producción de cultivos y de ganado no tradicionales? ¿Cómo afectan los programas agrícolas gubernamentales a los incentivos de los granjeros para experimentar con nuevas clases de agricultura?

Existe mucho interés en todo los Estados Unidos en favor de alternativas para los cultivos extensivos y para la ganadería convencionales. Tales productos no tradicionales incluyen a los hongos shiitake, a la onagra, al kiwi, al ginseng y a otras hierbas locales, a las conservas y a las jaleas. La carne de conejo y de cabra se encuentran entre las especialidades de productos animales que están siendo consideradas. En el sudeste, hay un interés creciente por la acuicultura, especialmente por la producción del bagre a escala comercial.

Desgraciadamente, si bien existen muchas oportunidades para que los emprendedores astutos las descubran y llenen los nichos del mercado con relación a especialidades de productos agrícolas, estos mercados se saturan rápidamente. Los problemas que trae aparejado el hecho de sustituir con cultivos alternativos a los cultivos extensivos pueden observarse analizando el caso del tabaco.

Debido a los riesgos del uso del tabaco, algunos grupos que se oponen al hábito de fumar han reclamado que se termine con la producción de tabaco en los EE.UU. y la sustitución del mismo por el brócoli y por otras especialidades de cultivos. Sin embargo, solamente el número de acres cultivados con tabaco en Carolina del Norte más que duplica a los acres cultivados con brócoli en todo el país. Además, el mercado para la mayoría de los productos agrícolas es muy sensible a los incrementos en la producción. Si la producción se incrementa, digamos un 10%, el precio del producto es probable que disminuya más del 10%. De esta manera, grandes incrementos del brócoli (y de otros productos hortícolas) darían lugar a reducciones dramáticas tanto en los precios de los productos como en los ingresos de los productores existentes y de los nuevos.

Consecuentemente, es improbable que una sola actividad le ofrezca a un número significativo de agricultores estadounidenses una producción que sea viable como alternativa a los ingresos en efectivo que perciben en concepto de los cultivos convencionales. Al mismo tiempo, los aumentos en la producción de vegetales se encuentran también limitados por los problemas que presenta su condición de perecederos y por la incapacidad de muchos productores de garantizar un abastecimiento confiable de los mercados.

A pesar de estos problemas, miles de agricultores en los Estados Unidos han descubierto nichos de oportunidades para la producción de nuevos productos y para nuevos modos de encarar la producción y la comercialización de los productos convencionales. Además de los productos anteriormente mencionados, otras alternativas rentables para algunos granjeros son los árboles de navidad, la leña para chimeneas hecha de trigo comprimido o de paja de heno, y la paja de pino enfardada para abonar los céspedes y los jardines hogareños.

Los nuevos métodos de producción y de comercialización incluyen a la agricultura orgánica o con bajo nivel de pesticidas; a los procedimientos de cultivo intensivo que emplean pajotes plásticos; al cultivo de la lechuga y de otros vegetales en invernaderos, y a las granjas en las cuales el cliente selecciona y recoge sus propias frutas y vegetales. El desafío del productor es el de coordinar a una producción expandida con un mejor marketing.

Debe reconocerse también que un incremento en los productos alimenticios alternativos es probable que haga disminuir el consumo interno de los productos producidos tradicionalmente. Por ejemplo, los individuos que ingieren más carne de conejo, deben comer menos de otros alimentos si es que no desean subir de peso.

Además, la circunstancia de que una especialidad de cultivo, como el de la endivia belga, sea en la actualidad mayormente importada no significa que exista una oportunidad de producción para los granjeros estadounidenses. Cualquier cultivo que es cosechado en el mundo puede ser producido en los Estados Unidos a cierto costo. Pero la ventaja comparativa es tan importante en la determinación del patrón geográfico más eficiente para la producción de especialidades de cultivos sobre una base internacional como lo es para el trigo, el maíz o el algodón. El reto para cualquier agricultor es el de determinar el empleo más rentable de los recursos a su disposición, incluida la tierra, la mano de obra y los bienes de capital.

La existencia de programas gubernamentales de precios sostén para los productos convencionales tiende a disminuir el incentivo para descubrir oportunidades empresariales de este tenor. Además, generalmente existen riesgos incrementados en la producción y en la comercialización de productos de maneras no convencionales.

La atención ocasional de Dukakis a la endivia belga es ciertamente loable en la medida que la misma promueva un incremento en la actividad emprendedora en la agricultura estadounidense. No obstante, debería reconocerse que los nuevos cultivos y las nuevas técnicas de producción y de comercialización no son las respuestas a las actuales angustias del agro. Los problemas agrícolas de la década de los 80 están, por lo menos en parte, enraizados en los programas gubernamentales proteccionistas que generan una mala asignación de los recursos, incrementan los costos de producción, y ahogan el emprendimiento. El incentivo para la sobreproducción y los efectos secundarios adversos de los programas agrícolas serán eliminados solamente cuando el incentivo de producir para el gobierno sea reemplazado por el incentivo de producir para el mercado.

Resulta irónico que el Sr. Dukakis haya propuesto un mayor uso de los cupos de producción como una forma de incrementar los precios de los productos agrícolas y de reducir los desembolsos del gobierno en los programas para el agro. Una cartelización incrementada de la agricultura implica que los granjeros estadounidenses serán más dependientes del gobierno y menos confiados en el espíritu emprendedor.

Traducido por Gabriel Gasave


Ernest C. Pasour es Profesor de Economía en la North Carolina State University y autor de Plowshares & Pork Barrels: The Political Economy of Agriculture y Agriculture and the State del The Independent Institute.