En la última guerra verbal entre Irán y los Estados Unidos, Teherán ha trazado una línea en la arena (en realidad, el Golfo Pérsico). Según el general mayor Ataollah Salehi, comandante en jefe del ejército iraní, “Recomendamos a los buques de guerra estadounidenses que pasaron por el estrecho de Ormuz rumbo al Golfo de Omán no regresar al Golfo Pérsico”. Esto se da inmediatamente después de la prueba de lanzamiento de un nuevo misil que evade el radar y la amenaza de cerrar el Estrecho de Ormuz por parte de los iraníes.

Entonces, ¿de qué se tratan todas estas agresivas amenazas?

Pues bien, los Estados Unidos están imponiendo sanciones económicas contra Irán, que los iraníes no están viendo con buenos ojos. (Más información acerca de por qué los EE.UU. están imponiendo sanciones más adelante). Por supuesto, los EE.UU. adoptan la postura de que la imposición de dichas sanciones se encuentra perfectamente justificada (quiero decir, ¿qué otra cosa hace una superpotencia cuando un país no hace exactamente lo que queremos que haga?). Pero de acuerdo con el candidato presidencial republicano Jon Huntsman, si los iraníes reaccionasen a las sanciones tratando de cerrar el Estrecho de Ormuz (suprimiendo el flujo de petróleo desde el Golfo Pérsico, lo que equivale aproximadamente a la imposición de sanciones económicas contra los Estados Unidos y otros países petróleo-dependientes), ello implicaría “un acto de guerra”. Esto, por supuesto, después de que los EE.UU. ya han iniciado una acción análoga que aparentemente no es considerada un acto de guerra (excepto por Ron Paul).

Por supuesto, eso tiene tanto sentido como lo que el alboroto está a punto de generar.

Parece ser que a los Estados Unidos no les agrada la idea de que los mulás en Teherán y el presidente iraní Mahmoud Ahmadinejad pongan sus manos sobre un arma nuclear. Irán posee un activo programa nuclear—recientemente produjo su primera varilla de combustible nuclear—que los iraníes sostienen es para propósitos pacíficos, pero los EE.UU. no lo creen. En el corazón de la incredulidad estadounidense se encuentran las centrífugas que pueden ser utilizadas para enriquecer uranio calificado para armamentos. Pero no hay nada en el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP)—del que Irán es signatario—que prohíba a un país enriquecer uranio.

Por otra parte, la fundamentación del TNP es una falsa promesa. En esencia, los Estados no poseedores de armas nucleares (como Irán) se comprometen a no desarrollar armas nucleares (artículo II) a cambio de que los Estados con armas nucleares (como los EE.UU.) acuerden con el tiempo (sin una fecha específica) desprenderse de sus armas nucleares (artículo VI). Al parecer, los iraníes consideran que esto equivale a que el puente de Brooklyn esté a la venta.

¿Pero por qué los iraníes desearían armas nucleares de todos modos?

No podría deberse a que el vecino Israel posee armas nucleares (no es que los israelíes estén admitiendo que las tienen). Y ciertamente no podría ser debido a que el cambio de régimen impuesto por los Estados Unidos a través de la fuerza militar (la última vez justo al lado de Irán en Irak) parezca ocurrirle a aquellos países que no poseen armas nucleares, por ejemplo, observese que el cambio de régimen en Corea del Norte está ocurriendo porque Kim Jong-Il murió de causas naturales. No, ninguna de estas podría ser considerada una inquietud legítima desde la perspectiva de Irán.

Y si los iraníes obtienen armas nucleares, ese sería el fin del mundo, porque ciertamente las emplearán. Después de todo, Ahmadinejad supuestamente amenazó con borrar a Israel del mapa. Esto supone, por supuesto, que los iraníes son suicidas. Es difícil imaginar que los israelíes se sentarán de brazos cruzados y no tomarían represalias con su arsenal nuclear (que probablemente sea suficiente para eliminar a Irán del mapa). Lo mismo ocurre con las preocupaciones sobre Irán lanzándole una bomba nuclear a los Estados Unidos (con un arsenal nuclear aún más grande y más calificado que podría barrer a Irán del mapa varias veces—para no mencionar el pequeño detalle de que los iraníes no tienen una plataforma para hacer llegar las ojivas hasta los Estados Unidos).

Pero Irán es un Estado patrocinador del terrorismo, de modo tal que ¿por qué no le daría armas nucleares a los terroristas?

Esta, por supuesto, fue una tesis central para la justificación de la administración Bush para invadir Irak a fin de deponer a Saddam Hussein tras los ataques del 11 de septiembre. Pero la realidad es que no hay historia de país alguno con las temidas armas de destrucción masiva regalándoselas a los terroristas. De hecho, Saddam Hussein era conocido por tener tanto armas químicas como biológicas y que apoyaba a los terroristas—pero nunca entregó esas armas a los terroristas. También es difícil de entender por qué el régimen de Teherán gastaría miles de millones de dólares (tal vez decenas de miles de millones de dólares) en la búsqueda de la tecnología para generar armas nucleares sólo para regalarlas a los terroristas (el complejo del reactor de Bushehr se estima que ha costado entre 4 y 6 mil millones de dólares, y se cree que los iraníes están construyendo de tres a cinco instalaciones nucleares más a un costo estimado de 3.200 millones).

Así que si quitamos el barniz de las amenazas y posturas, la lógica subyacente es cualquier cosa menos lógica. Por desgracia, esto pasa por y parece ser aceptada como una sana política exterior.

Traducido por Gabriel Gasave

Nota del traductor:

El título original en inglés del presente artículo, Keystone Cops Logic, alude a un grupo de policías que aparecía en los alocados cortos cinematográficos de Mack Sennett, en la edad de oro de las comedias del cine mudo.


Charles V. Peña es ex Investigador Asociado Senior en el Independent Institute así como también Asociado Senior con la Coalition for a Realistic Foreign Policy, Asociado Senior con el Homeland Security Policy Institute de la George Washington University, y consejero del Straus Military Reform Project.