Washington, DC—Con el modelo socioeconómico europeo en estado de decrepitud y el continente asolado por una crisis de confianza ante el encogimiento de su rol en un mundo cada vez más perfilado hacia el Este, el presidente francés Nicolás Sarkozy cree que el desafío fundamental de su país en el siglo 21 son......unos cuantos miles de romaníes, conocidos popularmente como gitanos.

Sarkozy pasado las últimas semanas desmantelando sus campamentos y expulsándolos a Bulgaria y Rumanía, haciéndoles el juego a los estereotipos que los han convertido en la minoría más despreciada de Europa. Y ha reaccionado a las críticas por parte de la Comisión Europea con el descaro que uno podría esperar de Mahmud Ahmadinejad, Hugo Chávez o incluso de Jean-Marie Le Pen.

Unos 8.000 romaníes han sido desterrados este año; un número aún mayor fue deportado, con menos grandilocuencia, el año pasado. Ahora Sarkozy ha hecho de esto una causa afiebrada en la antesala de la asunción por parte de Francia de la Presidencia del G-20. Y –lo que es más importante aún— trata de agitar el sentimiento nacionalista de cara a los comicios presidenciales de 2012. Teme la derrota a manos de los socialistas —y ser aventajado por la extrema derecha del Frente Nacional—.

El gobierno de Sarkozy mintió cuando le manifestó a Viviane Reding, vicepresidenta de la Comisión Europea y comisaria de Justicia de UE, que el desmantelamiento de los campamentos ilegales, que el mandatario galo ha denunciado como un caldo de cultivo para la delincuencia, y las expulsiones en masa no apuntaban contra la población romaní. Ahora sabemos que el 5 de agosto una circular del Ministerio del Interior ordenó expresamente a la policía perseguir a los gitanos. Reding comparó la política de Francia con la persecución nazi de las minorías. Esta referencia pasajera le sirvió como pretexto a Sarkozy para convertir una reciente cumbre europea en un “match” de gritos en el que, genio y figura hasta la sepultura, fue él quien gritó más fuerte, ofendiendo al titular de la Comisión Europea y al Presidente del Consejo Europeo. Él y otros miembros de su gobierno se han burlado Luxemburgo, el país de origen de Reding.

Sarkozy ha violado el Tratado de Lisboa, que prohíbe la discriminación legal de grupos basada en la cultura o nacionalidad y garantiza la libre circulación de los ciudadanos por toda Europa. También le ha aplicado una pátina de legitimidad a algo que se parece a la limpieza étnica. Ordenarle a la policía que persiga a una minoría definida es, aun a escala pequeña, el tipo de cosa que se quería impedir con la creación de la Unión Europea tras los horrores nacionalistas de la década de 1940.

¿Cometen delitos algunos gitanos? Ya lo creo. ¿Algunos rasgos culturales de los romaníes obstaculizan su capacidad de asimilarse? Es muy probable. ¿Tienden a agruparse alrededor de campamentos donde se desarrollan malos hábitos? A veces. Pero los Estados Unidos, donde no hay guetos gitanos, y España, donde con algunas excepciones los romaníes se han integrado razonablemente bien, dan la pauta de que estos retos no son insuperables.

Los gitanos expulsados son ciudadanos europeos. Tanto los búlgaros como los romaníes pertenecen a la Unión Europea y las pocas restricciones laborales que algunos Estados miembros aún aplican a estos ciudadanos serán levantadas en 2013. Absurdamente, los rumanos y búlgaros pueden entrar libremente en Francia pero no se les permite trabajar a menos que obtengan un permiso imposible de conseguir. ¿Cómo se supone, pues, que estos ciudadanos europeos a los que Sarkozy acusa de abusar de la asistencia social en Francia y que en teoría son miembros una Europa integrada deben ganarse la vida legalmente?

Ante una extrema derecha han obtenido muchos votos en los Países Bajos, Austria e Italia, logrado avances en Suecia y comenzado a explotar la impopularidad de Sarkozy en Francia, el gobierno francés ha optado por el blanco más fácil y más vulnerable para canalizar los temores y frustraciones de la gente.

No hay nada nuevo en esto. Los gitanos abandonaron la India hace mil años, se establecieron en el Cercano Oriente y se desplegaron por toda Europa en el siglo 15. Han sido objeto de persecución y discriminación desde entonces. A mediados del siglo 18, Fernando VI dio en España la orden de “extinguir” su generación. En partes de Europa Central, fueron esclavizados hasta el siglo 19. Con los nazis, cientos de miles de personas fueron asesinados. Incluso hoy, en los países de Europa Central donde constituyen entre el 6 y el 10 por ciento de la población son ciudadanos de segunda clase. Una minoría de ellos ha emigrado a la parte occidental de la Unión, topándose con el hecho de que Francia y otros países ofrecen pocas oportunidades para la movilidad social.

Lo que el señor Sarkozy está haciendo contra una pequeña minoría de personas que constituyen el menor de sus problemas es un acto de barbarie populista.

(c) 2010, The Washington Post Writers Group


Alvaro Vargas Llosa es Asociado Senior en el Independent Institute.