La triste verdad es que si Irán desea un arma nuclear, es probable que finalmente consiga una. De modo tal que los Estados Unidos deberían dejar de desperdiciar el valioso capital político suplicando, amenazando y en un tira y afloje con China, Rusia y otros miembros del Consejo de Seguridad de la ONU a fin de incrementar gradualmente las posiblemente inútiles sanciones económicas multilaterales contra Irán.

Las sanciones económicas rara vez funcionan para coaccionar al país escogido como blanco cuando nada más que objetivos modestos son deseados y puede arrastrar a la nación(es) sancionadora(s) y al blanco a una guerra inesperada. Las sanciones más universales, integrales y demoledoras en la historia mundial fallaron a principios de los años 90 en obligar a Saddam Hussein a retirar sus fuerzas de invasión de Kuwait. Y expulsar a Saddam de Kuwait era un objetivo más modesto que coaccionar a un país para que abandone su búsqueda de la “disuasión final”. Además, las sanciones multilaterales contra Irán nunca serán tan fuertes debido a que Rusia y China poseen sustanciales relaciones comerciales con Teherán y han morigerado en reiteradas ocasiones los intentos de los EE.UU. a favor de medidas más rigurosas. Incluso con medidas más fuertes, las sanciones a menudo se erosionan con el tiempo, en la medida que el objetivo simplemente le paga a la gente para que evada las sanciones.

Cuando las sanciones se erosionan o no tienen éxito en forzar el resultado político usualmente inalcanzable de parte del país objeto de las mismas, existe a menudo una presión política para una escalada a la guerra. En 1991, cuando las sanciones fracasaron en desplazar a las fuerzas de Saddam de Kuwait, la presión a favor de la guerra aumentaron y la misma eventualmente tuvo lugar. En el período previo a la invasión de los EE.UU. de Irak en 2003, uno de los argumentos de la administración de George W. Bush fue que las sanciones multilaterales contra Irak, todavía en vigor, se habían erosionado con el tiempo. En 1989, la administración de George H.W. Bush impuso estrictas sanciones financieras sobre el régimen de Manuel Noriega de Panamá. Cuando ellas no dieron resultado, la típica presión por medidas más rigurosas condujo a una invasión de los EE.UU..

De este modo, Turquía, que votó en contra de más sanciones contra Irán en el Consejo de Seguridad, es premonitoria cuando teme que tales medidas pudiesen conducir a una mayor presión a favor de la guerra. ¿Pero un ataque aéreo por parte de Israel o los Estados Unidos haría fracasar al programa nuclear de Irán? Probablemente no. Ni Israel ni los Estados Unidos probablemente sepan dónde se encuentran ubicados todos los objetivos. Irán ya ha sido sorprendido escondiendo sus instalaciones nucleares. Así que a lo sumo, los ataques aéreos tan sólo retrasarían el programa y tornarían a Irán más decidido a eventualmente conseguir un arma. Después de todo, el mayor elemento disuasorio para un ataque enemigo en un vecindario peligroso es la capacidad que brindan las armas nucleares.

La invasión en el terreno sería la única manera de asegurarse de que Irán nunca obtenga un dispositivo nuclear. Tras el fiasco de la invasión de Irak (y el continuo atolladero en Afganistán), la invasión de un Irán más grande, más montañoso, más poblado y más entusiasta probablemente sería una pesadilla aún mayor.

Aunque los políticos estadounidenses parecen darse poca cuenta, o al menos ser ambivalentes, de estas duras realidades, el vecino de Irán, Turquía no lo está. Los turcos son de la opinión de que un enfoque más cooperativo de los vecinos de Irán podría hacer que Teherán detenga repentinamente la fabricación de una bomba. En otras palabras, Irán podría sentirse lo suficientemente seguro como para detenerse en desarrollar la tecnología que le permitiría construir un arma en poco tiempo—en gran medida como ya lo ha hecho Japón.

En vista de que la idea de la administración Obama de tratar de erigir puentes con Irán es la de “detengan su programa nuclear y les daremos un montón de cosas o continúen a riesgo de más sanciones y la guerra”, Turquía, consciente de que las rondas anteriores de sanciones han fallado en disuadir el programa nuclear de Irán y cansada de incurrir en costos por el agresivo comportamiento de los EE.UU. en su región, está tratando de hacer que Irán se sienta lo suficientemente seguro para que los iraníes se abstengan de conseguir un arma nuclear. Los turcos consideran que tratar a Irán con respeto hará que tengan algo que perder al obtener un arma nuclear. Los Estados Unidos deberían poner fin a su bravuconería económica y militar y adoptar la postura mucho menos beligerante de Turquía.

Al final, con las entre 200 y 400 armas nucleares de Israel y la hostilidad de los estados árabes sunitas para con los chiitas de Irán, el intento de los turcos, y cualquier intento estadounidense, de hacer que Irán se sienta más seguro puede fallar. Pero vale la pena intentarlo, porque es la única opción buena que queda.

Si todo lo demás falla, la buena noticia es que Irán no es la errática Corea del Norte y puede ser más fácilmente disuadido de usar o vender cualquier tipo de armas nucleares que pudiese obtener por parte del globalmente dominante arsenal nuclear de Estados Unidos de miles de armas.

Traducido por Gabriel Gasave


Ivan Eland es Asociado Senior en el Independent Institute y Director del Centro Para la Paz y la Libertad del Instituto.