Finalmente tenemos una aceptablemente buena evidencia de que Fidel Castro en verdad está vivo y al menos hasta cierto punto recuperándose tras diez meses y varias cirugías. El acontecimiento clave fue una entrevista pregrabada de cincuenta minutos transmitida por la Televisión Nacional Cubana a comienzos de junio, en la cual Castro, aún claramente débil, rememoraba al tuntún y por momentos parecía un poco incoherente.

Las únicas personas que habían visto a Fidel desde que desapareció de la vista del público (además del personal médico) fueron, según se dice, su aparente heredero revolucionario internacional, el presidente venezolano Hugo Chávez, funcionarios comunistas asiáticos de alto nivel y diversos amigotes burócratas y perros falderos políticos. Supuestamente recientemente se reunió con los principales dirigentes de Vietnam, Venezuela, Bolivia y Nicaragua.

No obstante, las fotografías de estas reuniones fueron operaciones fotográficas cuidadosamente teatralizadas, filtradas y revisadas por sus manipuladores. En un lugar destacado entre ellos se encuentra su hermano, Raúl, el aparente heredero interno de Fidel, quien asumió el mando cuando Fidel se sometió a una cirugía. Los grandes interrogantes son ahora cuál es su verdadera condición, sí se repondrá y que papel asumirá (o se le permitirá asumir) para tomar el control del país.

Durante décadas, fidelistas de toda índole en el mundo tomaron como un artículo de fe que Fidel amaba al pueblo cubano. Sí ese sigue siendo el caso y Fidel está lo suficientemente bien como para reunirse con líderes extranjeros, ¿por qué no da un paso al frente para saludar cara a cara a sus queridos compatriotas por un instante? Hace varias semanas en un artículo que llevaba su firma, se lamentaba que estaba demasiado ocupado como para “constantemente recortar mi cabello, barba y bigote, y vestirme cada día” para reunirme con gente. Excepto, aparentemente, los líderes extranjeros.

¿Por qué están tan temerosos sus manipuladores de que aparezca ante los cubanos y extranjeros imparciales y no partidarios? Tal vez debido a que ignoran lo que diría si estuviese solo en público?

Las otras únicas apariciones públicas de Fidel, además de sus operaciones fotográficas con extranjeros, habían sido tan solo una docena de breves reflexiones publicadas con su nombre en el periódico del Partido Comunista cubano, Granma. Hasta donde sabemos, estas homilías y arengas a menudo túrgidas son fuertemente editadas o simplemente escritas por algún lacayo del partido. Fidel no apareció en sus fiestas de cumpleaños el año pasado (en plural en virtud de que al no poder asistir a la primera se celebró una segunda, a la que también faltó), o para el desfile del Primero de Mayo el pasado mes pasado, pese a que Chávez insistió en que aparecería.

Dando por cierto lo poco que sabemos, ¿qué podrían esperar ahora los cubanos y el mundo? Fidel aún podría ser un terrible destructor, tanto en Cuba como en el exterior. Su compromiso testarudo y de muchas décadas con las fallidas formulas socialistas pusieron a Cuba en su actual desastre. Si activamente presionase nuevamente estas fórmulas, la transición ya tentativamente en curso podría descarrilar. Si su supervivencia aumenta el stock de “chavistas” alrededor del hemisferio, podría además retrazar la modernización y prolongar la miseria e inequidad que caracterizan a toda la región.

Pero, mientras todavía critica severamente a los Estados Unidos, no hay razón para pensar que ahora cooperará con, o al menos no se le permitirá oponerse a, las reformas económicas que están siendo propuestas—reformas que generarían mayores oportunidades internas para los cubanos individuales así como también un comercio expandido en los mercados globales. Esas reformas podrían en verdad mejorar la vida de la gente de la nación. La totalidad de la conducción cubana apuesta a su cooperación, o apariencia de cooperación, debido a que las reformas productivas son las que podrían garantizar sus supervivencia política, al menos en el corto y mediano plazo. Los comentarios al reportaje a Fidel, sus columnas en el periódico y varias otras cosas sugieren que en la actualidad podría actuar como un anciano estadista y ayudar a implementar una transición suave hacia el periodo pos-Fidel.

En los encuentros reportados con los dirigentes chinos y vietnamitas, Fidel elogió su rápido crecimiento económico en beneficio de gran parte de sus pueblos. Y, hace varias semanas Chávez se refirió a una carta que presumiblemente le había enviado Fidel elogiando el modelo chino por sus significativas reformas orientadas al mercado.

¿Qué modelo? Un viejo asistente de Raúl que se encuentra actualmente en el exilio, el ex embajador cubano ante la ONU Alcibíades Hidalgo, y yo, hemos escrito que durante años Raúl ha simpatizado con un cambio al estilo chino o vietnamita, es decir, significativas reformas en la economía orientadas al mercado, a las que todavía se denomina socialistas, bajo la continuada dirección de un partido único y políticas de represión.

Sí Fidel apoya una reforma así, o al menos no hace nada para impedirla, las perspectivas de un serio conflicto civil se verán reducidas sustancialmente, las vidas del pueblo cubano mejorarán y las posibilidades de supervivencia del Partido Comunista Cubano bien comenzado el periodo pos-Fidel mejorarán enormemente.

Traducido por Gabriel Gasave


William Ratliff es Asociado Adjunto en The Independent Institute, Investigador Asociado en la Hoover Institution de la Stanford University, y un frecuente escritor sobre temas de la política exterior china y cubana.