Washington, DC—El juicio a veintinueve acusados por los atentados terroristas que costaron la vida a 191 personas e hirieron a otras 1,824 en Madrid hace tres años es el primer esfuerzo por someter a la Justicia a la organización de Al Qaeda antes que a algunos individuos vinculados a ella. No sabemos aun cuánta luz arrojará este proceso judicial sobre la red mundial de Osama Bin Laden, esa compleja federación de franquicias. Pero nadie que sea consciente del desafío que el terrorismo islámico plantea a nuestra civilización puede desentenderse de él.

Los atentados del “11 de septiembre” en los Estados Unidos nunca produjeron nada similar al juicio de Madrid. El proceso contra Zacarias Moussaoui o el juicio inminente contra José Padilla son episodios menores comparados con éste. En los últimos cinco años, los Estados Unidos han preferido concentrarse en Irak y procurado extraer información a militantes de a Al Qaeda en Guantánamo y en otros países antes que someter a juicio a la organización en su territorio.

En España, en cambio, en parte debido al visceral enfrentamiento político que suscitaron los atentados, el empeño ha estado dirigido a llevar a los tribunales a la rama española, y por extensión a la rama europea, de Al Qaeda. El enfrentamiento opone a quienes, como la oposición conservadora, sostienen que ETA fue un protagonista principal de los atentados y quienes, como el actual gobierno socialista, sostienen que fueron responsabilidad de Al Qaeda. La actual oposición conservadora se encontraba en el poder cuando ocurrieron los atentados y perdió las elecciones porque los electores españoles interpretaron esos atentados como un castigo islámico por su apoyo a la ocupación de Irak.

Aparte de que es evidente que Al Qaeda fue el principal responsable, el juicio cobra importancia adicional ante la evidencia cada vez mayor de que, tras cinco años de evitar sentar a los sospechosos de terrorismo en el banquillo para concentrarse en la lucha secreta contra Al Qaeda, la “guerra contra el terror” no está produciendo resultados concluyentes, excepto el hecho de que el enemigo tiene ahora mucha mayor dificultad para golpear al interior del territorio norteamericano. Fuentes del espionaje estadounidense sostienen que Al Qaeda se ha reconstituido en las áreas tribales a lo largo de la frontera entre Pakistán y Afganistán, estableciendo importantes campos de entrenamiento. El caos creciente en Afganistán parece confirmar que Al Qaeda está muy fuerte.

Por tanto, es resulta indispensable aprender mucho más de lo que sabemos acerca de la estructura de la organización y de su modus operandi. Los juicios de Madrid han llevado ante el tribunal a terroristas islámicos que son parte de la red europea y responden a los jefes de Al Qaeda en la frontera afgano-pakistaní. El principal vínculo con la “matriz” probablemente sea Rabei Osman El Sayed, también conocido como “El Egipcio”, quien fue entrenado en Afganistán y abandonó ese país en 2003 para establecerse en España, donde contactó a Serhane Ben Abdelmajid Fakhet, conocido como “El Tunecino”. Pocos meses después, empleando dinamita robada de una mina, la célula de Al Qaeda voló cuatro trenes de cercanías en Madrid.

La conexión con otras células europeas ha sido confirmada de varias maneras. Una de ellas tiene que ver con los movimientos de “El Egipcio” en 2003: abandonó España y se estableció en Italia, donde, afortunadamente, fue lo bastante imprudente como para comentar a uno de sus contactos a través de un teléfono intervenido que había sido el cerebro de la cobarde masacre de Madrid. Y Youssef Belhadj, conocido como el vocero europeo de la organización, también está entre los enjuiciados.

El proceso judicial no garantiza que lleguemos a comprender plenamente a la compleja, descentralizada y “renovable” organización que es Al Qaeda. Los acusados se están negando a responder las preguntas de los fiscales, y están bien entrenados en “técnicas de silencio”, como las descritas en los manuales hallados en un apartamento en las afueras de Madrid donde siete de sus supuestos cómplices se suicidaron. Pero al alguna información de gran utilidad saldrá a la luz. Después de todo, los acusados tienen vínculos con los atentados del “11 de septiembre”: uno de sus compañeros, el terrorista Imad Barakat, sentenciado en un proceso distinto, era el líder de la célula española de Al Qaeda que colaboró con los ataques contra el World Trade Center.

Incluso si el juicio no debilita seriamente a Al Qaeda, es un paso moral muy importante en el esfuerzo contra el terrorismo. Ya era tiempo de que un país civilizado llevara a una porción significativa de la operación de Al Qaeda ante un tribunal. Mantener la lucha semi-secreta y fuera del ámbito de los tribunales ayuda, en última instancia, al enemigo porque ese es precisamente uno de sus objetivos: demostrar que la democracia liberal es una farsa y que nociones como “civilización occidental” constituyen una cortina de humo detrás de la cual se esconden las fuerzas del imperialismo y los cruzados cristianos. Los juicios de Madrid ayudarán a socavar ese bárbaro embuste, al menos a los ojos de aquellos que no están bajo el hechizo de los fanáticos.

(c) 2007, The Washington Post Writers Group


Alvaro Vargas Llosa es Asociado Senior en el Independent Institute.