¿Cura milagrosa o investigación sombría?

26 de October, 2005

El Herceptin, una droga terapéutica para el cáncer de mama, fue divulgada en todos los noticiosos durante la semana pasada después de que un fervoroso informe apareciera en el New England Journal of Medicine.

La revista Forbes la llamó una “droga maravillosa”; el London Times declaró al Herceptin “imponente”; la CNN anunció a la droga como “quizás la medicina para el cáncer más poderosa en una década,” que “puede reducir a la mitad el riesgo de una recaída” en muchos casos.

Espero que los informes sean fidedignos.

Pero otro conjunto de investigaciones ha pasado comparativamente sin ser percibido.

El ensayo “Why Most Published Research Findings Are False” de John P. A. Ioannidis-un epidemiologista en la University of Ioánnina (Grecia)-presenta evidencia convincente de que un número alarmantemente alto de “descubrimientos” científicos resultan eventualmente probados como falsos.

El Dr. Ioannidis publicó por primera vez su controversial aseveración en el Journal of the American Medical Association (JAMA, Julio de 2005). El informe de JAMA estudió “todos los estudios de investigación clínica originales publicados en los tres principales jourrnals de clínica general o journals especializados en factores de alto impacto entre 1990-2003,” cada uno de los cuales ha sido “citado más de 1.000 veces” en la literatura subsiguiente.

Resumiendo, Ioannidis se concentró en la investigación original publicada por journals influyentes y ampliamente aceptada como exacta por otros científicos. (Estos estudios son la cream-de-la-cream y de ellos puede esperarse que retornen al índice más alto de exactitud dentro de la investigación médica en general.)

Su información impactan la salud y, a veces, la vida de los pacientes.

De los 49 estudios, 45 “sostenían que la intervención [examinada] fue efectiva,” lo cual significa que modificaron las decisiones cotidianas de la atención médica.

Catorce de esos 45 estudios (aproximadamente el 32 por ciento) fueron subsiguientemente refutados. Veinte (44 por ciento) fueron replicados o validados. Once (24 por ciento) permanecen sin ser resistidos y, por ende ni validados ni refutados.

Uno de los estudios refutados se refería a la seguridad de la terapia del reemplazo hormonal para las mujeres…en caso de que usted se preguntase por qué esa terapia fue considerada segura en un momento y riesgosa poco después. Afortunadamente para las mujeres, los medios se concentraron en la media vuelta del establishment médico sobre el reemplazo hormonal. Pero la refutación de otros estudios no han recibido una publicidad similar.

Tampoco la ha tenido la afirmación de Ioannidis de que por lo menos el 50 por ciento de la investigación médica está errado, con aproximadamente la misma posibilidad de exactitud que se tiene al arrojar una moneda.

La conclusión de Ioannidis es especulativa pero, dado que tantos estudios prestigiosos han sido refutados, la misma no es alocadamente improbable.

La cifra del 50 por ciento resulta de preguntarse, ¿Por qué hay tantas investigaciones prestigiosas probadas como erróneas?

En respuesta, Ioannidis diseñó un modelo matemático; expresó el carácter general de la investigación médica en términos matemáticos. El modelo le permitió manipular las variables a efectos de determinar cómo las circunstancias cambiantes impactaron sobre la investigación, especialmente con respecto a las fuentes de error bien conocidas.

La revista The Economist informó sobre justamente una de dichas variables: la significación estadística. “Para calificar como estadísticamente significante un resultado debe…tener probabilidades mayores que una en 20 de ser el resultado de suceder…En áreas en las que miles de posibilidades tienen que ser examinadas, tal como en la de la búsqueda de genes que contribuyen a una enfermedad en particular, muchos resultados aparentemente significativos resultan ser errados solo por casualidad.”

Pequeñas muestras, “efectos débiles “, estudios malamente diseñados, prejuicios de los investigadores…la suma de dichas variables a través del modelo de Ioannidis dieron lugar a la cifra del 50 por ciento.

Cuestiono el valor de amontonar especulativamente a las variables. Pero estoy convencida del descubrimiento empírico de Ioannidis de que el 32 por ciento de los estudios prestigiosos son falsos, con un 24 por ciento de ellos sin verificar. Y aplaudo el cuidado que plantea.

Para ser justos y regresando al Herceptin, no todos los nuevos informes de la investigación son no críticos y la principal responsabilidad la tiene el establishment médico.

El periódico británico The Guardian informó, “Nadie está completamente seguro de cómo funciona, y las pruebas sobre el mismo están lejos de ser completas.”

En FOXnews.com, Web MD informó, “Aprobado por la FDA en 1998, el Herceptin no es una cura, y no carece de desventajas….El pequeño estudio-que fue patrocinado por los fabricantes de las drogas utilizadas (incluida el Herceptin)-no estima la supervivencia en el largo plazo.”

Pero tales calificativos difícilmente equilibren la cobertura de los noticiosos de una investigación sensacional, digna de la llegada del circo a la ciudad. No es como se piensa que los pedidos de cautela sean nuevos. La campana de alerta ha estado sonando durante años.

En 1998, el artículo “The Great Health Hoax” de Robert Matthews apareció en el periódico británico The Guardian.

Comenzaba, “En 1992, juicios en Escocia de un fármaco anticoagulante llamado anistreplase sugerían que el mismo podría duplicar las probabilidades de supervivencia. Un año más tarde, otra ”cura milagrosa” emergió: inyecciones de magnesio.” Para 1995, las “sorprendentes capacidades de salvar vidas de las inyecciones de magnesio simplemente se habían desvanecido. Al anistreplase no le fue mejor.”

¿Por qué tuvo éxito una investigación desordenada? Es decir, ¿por qué es aceptada por el establishment médico y, entonces, proclamado por la prensa? El caso del Herceptin-el cual puede no ser “desordenado” sino que sirve como un ejemplo de incentivos-ofrece una explicación.

La CNN informó, que “las ventas estadounidenses de Herceptin se elevaron en dos tercios, a $215 millones, en los tres meses que finalizan el 1 de octubre, comparadas con las del primer trimestre del año….Un año de Herceptin podría costar $48.000 aún a precios mayoristas.”

The Toronto Sun observaba, “Es conocido como el Sr. Herceptin pero su nombre es en verdad Dr. Dennis Slamon y su laboratorio en Los Angeles llevó a cabo la investigación que condujo al desarrollo de la nueva droga para el cáncer de mama.”

Mucho dinero y muchas reputaciones están en juego. Dentro del establishment médico, estos factores presionan a favor de la aceptación y en contra del análisis critico. Dentro de los medios, las palabras “droga milagrosa” consigue ratings mayores que las de “indicación de progreso es sugerido.”

Como mujer, espero que las afirmaciones acerca del Herceptin sean veraces. Pero, a menos que un estudio haya sido concienzudamente analizado con un agudo ojo crítico, no tengo razón para creer nada de lo que se ha dicho respecto de su certeza. Debo concordar con Ioannidis cuando advierte, “Existe una creciente inquietud de que la mayoría de los actuales descubrimientos de investigaciones publicadas son falsos.”

Dado que los pacientes toman decisiones de vida o muerte basados en tales investigaciones, esta no es una cuestión no trivial.

Traducido por Gabriel Gasave

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