Centro Para la Cultura y la
Sociedad Civil

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El Centro Para la Cultura y la Sociedad Civil ha sido establecido para reafirmar las raíces interdisciplinarias de las ciencias naturales y sociales, así como su primigenia preocupación por la naturaleza moral de la humanidad. Procura fomentar un renacimiento cultural a través de una audaz redefinición y reorientación del debate público hacia una nueva integración del conocimiento que apoye los cimientos de las sociedades libres, morales y pacíficas.

Si le ofrecemos al hombre un concepto de hombre que no es válido, bien podemos corromperlo. Cuando lo presentamos como una automatización de reflejos, como una mente-máquina, como un conjunto de instintos, como un rehén de los impulsos y reacciones, como un mero producto de los instintos, la herencia y el medio ambiente, alimentamos la desesperación a la que el hombre se encuentra, en cualquier caso, ya inclinado. Estaba al tanto de las últimas etapas de corrupción en mi segundo campo de concentración en Auschwitz. Las cámaras de gas de Auschwitz fueron la consecuencia última de la teoría de que el hombre no es sino producto de la herencia y el medio ambiente—o, tal como les gustaba decir a los nazis, de la sangre y la tierra. Estoy absolutamente convencido de que las cámaras de gas de Auschwitz, Treblinka y Maidanek en última instancia no fueron pergeñadas en algún ministerio u otro sitio en Berlín, sino más bien en los escritorios y salas de conferencias de científicos y filósofos nihilistas.
Viktor E. Frankl, sobreviviente del Holocausto y Profesor de Neurología y Psiquiatría de la Escuela de Medicina en la University of Viena; de su libro, The Doctor and the Soul

Está en la facultad del hombre tratarse a sí mismo como un simple objeto natural y a sus juicios de valor como la materia prima para la manipulación científica que permita alterar a voluntad. . . . La verdadera objeción es que si el hombre opta por tratarse a sí mismo como materia prima, materia prima será: no una materia prima para ser manipulada, como afectuosamente imaginó, por sí mismo, sino por el mero apetito, es decir, la mera naturaleza, en la persona de sus deshumanizados acondicionadores. . . . Es necesaria una creencia dogmática en el valor objetivo para la idea misma de un gobierno que no es la tiranía o una obediencia que no es la esclavitud.
—C. S. Lewis, Profesor de Historia Ingles Medieval y del Renacimiento, Cambridge University; de su libro, The Abolition of Man

A fin de reconocer el valor de la libertad humana, precisamos entender correctamente a los seres humanos: como seres dotados de raciocinio, encaminados hacia un objetivo y creativos. Sin la capacidad metafísica de la elección, la capacidad política parece totalmente fuera de lugar.

La visión de los humanos como intencionados tomadores de decisiones está bajo ataque. Casi a diario, informes de prensa afirman que los científicos han “explicado” otra perdurable característica humana en términos puramente deterministas. Los neurocientíficos descubren el amor y el odio al observar imágenes obtenidas mediante escáneres de resonancia magnética, mientras que los psiquiatras eliminan la responsabilidad moral al sostener que existe una base bio-psicológica de la conducta delictiva.

La visión naturalista del mundo, actualmente dominante en las ciencias sociales, trata a las personas como objetos pasivos empujados y jalados por sus genes y el medio ambiente. Esto reduce todo esfuerzo humano a la interacción de las fuerzas físicas mecanicistas e impersonales, despoja al mundo del propósito y la moral objetiva, y permite la tiranía. Los tecnócratas procuran rescatar a la gente de las fuerzas que dan forma a sus vidas mientras niegan su capacidad de elección. Mientras tanto, los pensadores capaces de articular la naturaleza excepcionalmente moral de la humanidad han quedado marginados e ignorados.

Sin embargo, un número creciente de académicos y escritores ha cuestionado esta visión estrictamente materialista del mundo. Ha señalado que la razón y la ciencia exigen más que hechos materiales, insistiendo en que cualquier análisis del mundo material requiere de individuos cuyas opiniones no se encuentren ellas mismas determinadas por ese mundo. Al hacer hincapié en la visión de sentido común de los individuos como agentes que poseen raciocinio, estos pensadores han revelado la importancia de una cultura no materialista a favor de la libertad individual, la razón y la virtud cívica.

El propósito del Centro Para la Cultura y la Sociedad Civil es reunir a los mejores académicos y patrocinar investigaciones en ciencias naturales, filosofía, economía, teología, historia, derecho, sociología y otros campos a fin de producir libros y otras publicaciones, eventos y programas de prensa para llamar la atención sobre esta labor de quienes establecen las políticas, los líderes de opinión y el público en general.



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